LA EVOLUCIÓN POLÍTICA DE AL-ÁNDALUS
Introducción
En el siglo VIII la
península ibérica fue conquistada por el imperio musulmán de la dinastía omeya.
Así que desde el año 711 al 1492 existieron en la península ibérica diversos
estados islámicos que extendieron su religión y su cultura, diferentes de las
que había en la Europa cristiana, entre sus pobladores.
Por lo anterior la
Edad Media peninsular estuvo marcada por la coexistencia, la lucha y la convivencia entre la cultura cristiana
de Europa occidental y la cultura islámica procedente de Asia y el norte de
África. De ese contacto entre ambas culturas nacieron muchos de los rasgos que
hoy caracterizan a los habitantes de la península ibérica.
El valiato dependiente
del califato omeya con capital en Damasco (711-756)
En el año 711 un
ejército musulmán cruzó el estrecho de Gibraltar desde el norte de África. En
ese momento el reino de los visigodos, que ocupaba toda la península ibérica,
salvo las zonas montañosas de la Cordillera Cantábrica y de los Pirineos, se
encontraba dividido por una guerra civil entre el rey Rodrigo, que se había
apoderado del trono tras la muerte del rey Witiza, y los hijos de éste.
Los witizanos llamaron
en su ayuda a Muza, el gobernador musulmán de Ifriqiyya, el cual, viendo la
posibilidad de enriquecerse con el botín, envió un ejército mandado por su
subordinado el bereber Tariq, que desembarcó en Gibraltar.
Poco después del
desembarco, Tariq y Rodrigo se enfrentaron en la batalla del río Guadalete en
la que el rey visigodo murió. Al ver la facilidad de esta primera victoria Muza
llevó otro ejército a la península, y tanto él como Tariq avanzaron rápidamente
ocupando las ciudades del reino incluyendo la capital, Toledo. En siete años
los musulmanes se apoderaron de casi toda la península, exceptuando las
montañas del norte. Lo mismo que los visigodos, los musulmanes consideraron que
los territorios cantábricos y pirenaicos (poco poblados, sin ciudades y con una
economía atrasada) no valían el esfuerzo que supondría conquistarlos.
El éxito de la
conquista musulmana se debió a varios factores:
Los enfrentamientos entre
los mismos nobles godos.
Una parte de la
aristocracia
visigoda colaboró con los invasores, es decir en vez de enfrentarse a ellos llegó
rápidamente a pactos y acuerdos con los conquistadores que les permitieron
conservar sus tierras y su poder económico.
La mayoría de la
población hispanovisigoda formada por campesinos, que carecían de armas y de
organización, simplemente cambió el pago de impuestos al rey visigodo por el
pago de tributos al califa omeya de Damasco.
La jerarquía de la
Iglesia visigoda (los obispos y los abades) aceptó el dominio musulmán pues
fueron respetadas sus propiedades y pudo continuar su culto sin dificultades.
Solo una pequeña parte
de la nobleza y del clero visigodo, los partidarios más fieles de Rodrigo, se
enfrentó a los invasores (defensa de Écija, de Mérida...) y, tras su derrota,
huyó hacia la zona cantábrica. Allí esos nobles y clérigos visigodos,
acompañados de sus séquitos, llegaron a acuerdos con
las tribus locales formando el núcleo del futuro reino cristiano del norte.
Los musulmanes
bautizaron a la nueva provincia de su imperio con el nombre de al-Ándalus. Se
estableció la capital en Córdoba y fue nombrada un valí [gobernador] que
ejercía el poder en el territorio en nombre del califa de Damasco.
En los años siguientes
a la conquista de la península, los ejércitos musulmanes continuaron avanzando
hacia el norte, más allá de los Pirineos, hasta que fueron derrotados por el
noble franco Carlos Martel en la batalla de Poitiers (732).
La consecuencia del
final de la expansión islámica fue que surgieron enfrentamientos entre los
árabes y los bereberes que formaban los ejércitos invasores.
Los árabes,
aunque eran una minoría, se habían apoderado de las mejores tierras agrícolas
en el valle del Guadalquivir y del Ebro mientras que los bereberes, más
numerosos, debieron conformarse con las tierras más montañosas, como las de la
meseta central. Al no haber más oportunidades de conseguir botines al haberse acabado
la expansión al norte de los Pirineos comenzó una guerra civil entre los
bereberes y los árabes e incluso entre las diferentes tribus árabes -sirios
contra yemeníes- . Estas luchas duraron más de veinte años y sólo terminaron
con la llegada de Abderramán I a Al-Ándalus.
Emirato omeya de
Córdoba independiente del califato abasí de Bagdad (756-929)
En el año 750 se
produjo una rebelión contra la dinastía omeya que llevó a su sustitución
por la dinastía de los abasíes que pronto cambiaron la capital
desde Damasco a Bagdad. Durante la guerra civil los abasíes asesinaron a
todos los omeyas menos al joven Abd-al-Rahman, que logró huir de Siria,
atravesar Egipto, Ifriqiyya y el Magreb hasta que finalmente llegó a la
península Ibérica. Aquí, con la ayuda de partidarios árabes y bereberes,
Abderramán I se apoderó de todo al-Ándalus y gobernó desde el año 756 al
año 788. Abd-al-Rahman I se proclamó emir independiente y rompió cualquier
relación política con el califa abasí de Bagdad. De todas formas la unidad
religiosa del Islam se mantuvo, pues los musulmanes andalusíes siguieron
reconociendo la autoridad religiosa del califa abasí y rezando en su nombre.
En el año 778
Carlomagno, rey de los francos, el reino cristiano más poderoso de la Europa
cristiana occidental, quiso apoderarse de la ciudad de Zaragoza e instalarse en
el valle del Ebro pero fue rechazado por los musulmanes.
Como símbolo de su poder,
el nuevo emir ordenó, en el año 785, comenzar la construcción de la mezquita de
Córdoba sobre el solar de una iglesia cristiana que había comprado.
Tras la muerte de
Abderramán I la situación política de al-Ándalus volvió a ser inestable. La
fuerza del gobierno dependía de la personalidad del emir omeya que gobernara,
pues su poder dependía del apoyo que pudiera conseguir del ejército formado por
tribus árabes y bereberes descendientes de los conquistadores de la península.
Por ello cuando un emir era débil volvían a repetirse los enfrentamientos entre
árabes y bereberes e incluso entre tribus del mismo grupo étnico. Para reforzar su poder
los emires omeyas se dedicaron a comprar esclavos europeos para convertirlos en
su guardia personal. Estos esclavones fueron un contrapeso de
los árabes y bereberes. El resto de la población de al-Ándalus permanecía ajena
a los asuntos bélicos, por ello podemos decir que la sociedad andalusí estaba
desmilitarizada.
Desde mediados del
siglo VIII a los habituales rebeldes bereberes y árabes se unieron los
muladíes, que cada vez eran más numerosos, sobre todo en las ciudades, y
reclamaban los mismos derechos que los árabes y los bereberes. Asimismo también
se produjeron revueltas de los mozárabes, pues un siglo después de la conquista
el número de musulmanes no cesaba de crecer, sobre todo por la conversión de
cristianos en musulmanes, lo que fue visto por los mozárabes como una amenaza
para su estilo de vida.
Todas esas
sublevaciones contra el gobierno debilitaron al emirato omeya y favorecieron el
avance territorial del reino cristiano del norte que alcanzó el río Duero.
Durante el emirato de
Córdoba, a pesar de los vaivenes políticos, se produjo un crecimiento económico
en el país y fue desarrollada una estructura administrativa que permitía a los
emires controlar a sus súbditos (cobrarles impuestos, reclutarlos para el
ejército, obligarlos a cumplir las leyes que dictaba...).
El califato de Córdoba (929-1031)
Cuando subió al trono
el emir Abderramán III se encontró con un Estado débil enfrentado a
insurrecciones, como la de Umar ibn Hafsún, y a ataques exteriores,
desde el reino cristiano del norte, así como a amenazas al comercio marítimo
andalusí por parte de la dinastía de los Fatimíes.
Abderramán aplastó a
los muladíes rebeldes, derrotó a los cristianos del norte obligándolos a
pagarle tributo en reconocimiento de su superioridad y se apoderó de los
territorios norteafricanos al otro lado del estrecho de Gibraltar para
garantizar el comercio andalusí.
Tras sus victorias
militares en el interior y en el exterior Abd al Rahman III se proclamó a sí
mismo califa de los musulmanes de al-Ándalus. De ese modo rompía el último lazo
de unión con el califato abasí de Bagdad y el emirato de Córdoba pasaba a ser
el califato de Córdoba.
Al igual que sus
predecesores amplió la mezquita de Córdoba y mandó levantar el alminar que hoy
es usado como campanario.
La estructura
administrativa creada por Abderramán III aseguraba al califa un poder absoluto:
El califa elaboraba
las leyes, solo tenía prohibido ir en contra del Corán.
Era juez supremo en
las decisiones más importantes.
Actuaba como general
en jefe del ejército. En éste cada vez eran menos numerosos los árabes y
bereberes descendientes de los conquistadores de la península, y cada vez eran
más abundantes los mercenarios, tanto bereberes norteafricanos como cristianos peninsulares.
Tenía el poder de
nombrar y destituir a todos los cargos públicos (hayib, visires, cadíes, emires
del ejército...).
Para demostrar su
poder absoluto Abd-al-Rahman III mandó construir en el año 936 un palacio cerca
de Córdoba llamado Medina Azahara ("la ciudad resplandeciente"), allí
se trasladó con toda su corte y desde aquel lugar controló toda la
administración del Estado y gobernó al-Ándalus.
Debido a la extensión
del país y a su numerosa población los califas omeyas contaban con funcionarios
que hacían cumplir su voluntad (visires, valíes, cadíes, emires...).
Todo lo anterior necesitaba una gran cantidad
de dinero para existir, pues había que pagar a los soldados, a los
funcionarios, a los albañiles, a los artesanos, a los que suministraban la
madera, o la piedra, o los muebles... De manera que el califa para mantener su
corte y su administración recaudaba impuestos tanto a los musulmanes como a los
cristianos que vivían en al-Ándalus, y también recibía tributos de los reinos
vecinos.
Para pagar todos los
gastos de su corte y del Estado el califa recaudaba impuestos, tanto por las
propiedades como por las actividades económicas.
Durante el califato de
Córdoba al-Ándalus alcanzó su máxima estabilidad política, eso produjo una gran
expansión económica, relacionada con un comercio marítimo muy activo que
llegaba hasta Constantinopla, y con toda esa riqueza se pudo pagar una época de
esplendor cultural, pues no sólo se construyeron numerosos edificios sino que
sabios de todo el mundo musulmán se instalaron en al-Ándalus.
En el siglo X la
presión de los cristianos del norte fue creciendo de manera constante. Por
ejemplo el reino cristiano con capital en León aumentó su fuerza al crecer su población,
gracias a la ocupación de las tierras de la meseta norte.
Hisam II, el último
califa de Córdoba, subió al trono con 11 años. Y su hayib, Muhammad ibn Abi Amir
al-Ma'afiri (940-1002) se apoderó del poder con la ayuda de la madre del
califa. Abi Amir pertenecía a una familia árabe afincada en Torrox y, tras
estudiar leyes, realizó una carrera exitosa en la administración califal.
Cuando obtuvo el poder político Abi Amir se aseguró de controlar el ejército,
la principal fuente de poder. El ejército que creó estaba formado sobre todo
por mercenarios bereberes recién llegados del norte de África y por nobles
cristianos del norte de la península. En su ejército había pocos andalusíes
(aunque fueran de origen árabe o bereber) y aún menos esclavones.
Con su nuevo ejército
Abi Amir realizó cincuenta y seis campañas
de saqueo, estando dirigidas la mayoría de estas aceifas contra los reinos cristianos del norte. La finalidad de las
algaras no era conquistar
territorios, pues el califato no poseía suficientes tropas para controlar de
forma permanente las fortalezas que conquistaba, sino saquearlos y conseguir
que los gobernantes atacados pagaran un tributo al califa de Córdoba. Las
contribuciones que pagaban los Estados vencidos y el botín de las algaradas eran una parte importante de
los ingresos del califato de Córdoba. Por ejemplo, en su campaña número veinticinco
Abi Amir hizo diecinueve mil prisioneros, que acabaron vendidos en los mercados
de esclavos de Córdoba.
El éxito de las
incursiones de Abi Amir, como el saqueo de Barcelona en el año 985, o el de Santiago
de Compostela en el 997, fue la causa de que le concedieran el nombre árabe
honorífico de al-Mansur ("el
Victorioso").
Tras la muerte de
Almanzor en 1002 y de su sucesor como gobernante en 1008 no hubo ningún
político en el califato de Córdoba capaz de mantenerlo unido.
Las primeras taifas
(1031-1086)
Entre 1008 y 1031 se
desarrolló una guerra civil en al-Ándalus protagonizado por los mercenarios
bereberes y esclavones del ejército, por los nobles árabes que poseían las
mejores tierras, y por muladíes que habían conseguido cargos públicos durante
el califato.
El resultado de la fitna (guerra civil) fue la división de
al-Ándalus en más de veinticinco Estados llamados taifas. Cada reino de taifas
tenía su propio gobernante que controlaba sus ciudades, cobrando impuestos y
reclutando tropas.
Los tres reinos de
taifas más extensos fueron los de Badajoz, Toledo y Zaragoza pues coincidían
con las antiguas coras [provincias]
fronterizas con los reinos cristianos, y sus gobernantes consiguieron el apoyo
de las tropas provinciales.
Otros reinos de taifas
importantes fueron los de Sevilla y Granada.
En la ciudad de
Córdoba fueron expulsados los últimos miembros de la dinastía de los Omeyas, y
el gobierno pasó no a un monarca sino a un consejo aristocrático, formado por
representantes de las familias más ricas de la ciudad.
Los reinos de taifas
se beneficiaron del crecimiento económico y cultural originado durante el
califato de Córdoba, pero su falta de unión política y las luchas entre ellos
mismos los debilitaron enormemente frente a los reinos cristianos del norte.
EJERCICIOS
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con bolígrafo rojo
1. ¿En qué siglo conquistaron los
musulmanes la península ibérica?
2. ¿Cuándo comenzó y cuándo terminó la
presencia musulmana en la península ibérica? ¿Cuánto duró?
3. ¿Qué es la coexistencia?
4. ¿Qué es la convivencia?
5. ¿Cuántos años duró la etapa del
valiato?
6. ¿Cuándo entraron los invasores
musulmanes en la península ibérica?
7. ¿Qué áreas de la península ibérica no
eran gobernadas por los reyes visigodos?
8. ¿Qué era Ifriqiyya?
9. ¿Quién dirigía el ejército invasor
musulmán?
10. ¿Cuál era el nombre árabe de Gibraltar?
11. ¿Qué significa en castellano Yebel Musa?
12. ¿En qué batalla fue derrotado y
muerto el rey visigodo Rodrigo?
13. ¿Cuánto tiempo tardaron Muza y Tariq
en apoderarse de la península ibérica?
14. ¿Qué características comunes tenían
los territorios cantábricos y pirenaicos que los hacían pocos atractivos para
los conquistadores musulmanes?
15. ¿Cómo actuó la mayor parte de la
aristocracia visigoda ante la invasión?
16. ¿Quiénes formaban la aristocracia?
17. ¿Qué es un séquito?
18. ¿Qué nombre dieron los musulmanes al
territorio de la península ibérica que habían conquistado?
19. ¿Qué es un valí?
20. ¿Quién derrotó a los musulmanes en
la batalla de Poitiers (732)?
21. ¿En qué territorios peninsulares se
instalaron los árabes?
22. ¿Cuántos años duró el emirato omeya
de Córdoba?
23. ¿Qué territorio atravesó
Abd-al-Rahman desde Siria hasta al-Ándalus?
24. Fechas de comienzo y final del
gobierno de Abderramán I. ¿Cuánto duró?
25. ¿Cuándo atacó Carlomagno los
territorios de al-Ándalus?
26. ¿Cuándo comenzó la construcción de
la mezquita de Córdoba?
27. ¿Qué es un grupo étnico?
28. ¿De qué dependía la fuerza del
gobierno en el emirato de Córdoba?
29. ¿Qué eran los esclavones?
30. ¿Por qué decimos que la sociedad
andalusí estaba desmilitarizada?
31. ¿Quiénes eran los muladíes?
32. ¿Quiénes eran los mozárabes?
33. ¿Cuándo comenzó y terminó el
califato de Córdoba?
Gibraltar recibió su nombre de Tariq, pues en árabe se
llama Yabal Tariq (montaña de Tariq).
Curiosamente el monte que se ve en la orilla marroquí del estrecho se llama Yebel Musa (monte Musa), en honor del
otro protagonista musulmán de la conquista de la península ibérica.
Los Fatimíes fueron una
dinastía musulmana chiita, enemiga de los Omeyas suníes, que surgió en Kairuán
en el año 909 y se apoderó durante el siglo X de todo el norte de África, desde
el Atlántico al mar Rojo.