sábado, 29 de septiembre de 2018

6 El islam (II). La expansión islámica

Dos faltas de ortografía y un error en la recogida de información
Nota: 7

6.1  Los comienzos del islam
Mahoma comenzó a predicar su doctrina en la ciudad de la Meca, donde se enemistó con los ricos comerciantes. En 622 tuvo que huir de la ciudad y trasladarse a Yatrib, que desde entonces adoptó el nombre de Medina, la ciudad del profeta. Este año, llamado de la huida o hégira, se tomó como punto de partida del calendario musulmán.
Tras convertirse en jefe político y religioso de la ciudad de Medina, reclutó un ejército y conquistó La Meca en 630. A su muerte, ocurrida dos años más tarde, casi toda Arabia era musulmana.

6.2 La creación de un gran imperio
Tras la muerte de Mahoma en 632, los musulmanes, impulsados por la fuerza de su fe y un poderoso ejército,formaron un gran imperio durante los siglos VII y VIII. La expansión musulmana se desarrolló en tres etapas:
El califato ortodoxo (632-661). Los sucesores de Mahoma se eligieron entre sus familiares y amigos; adoptaron el título de califa o "sucesor del mensajero de Dios "; y residieron en Medina. En este período, el islam se extendió por Siria, Palestina, Egipto, parte del norte de África, Mesopotamia y Persia.
El califato omeya (661-750). En esta etapa se implantó la sucesión hereditaria en la familia en la familia de los omeyas, y la capital del califato se trasladó a Damasco. El imperio musulmán alcanzó ahora su máxima expansión, al extenderse por el norte de África y la península ibérica por el oeste; y hasta el Turkestán y el valle del Indo por el este.
El califato abasí (750-1055). Tras el destronamiento de los omeyas por la dinastía abasí, la capital se trasladó a Bagdad; y, tras la conquista de Creta y sicilia, la expansión musulmana se detuvo. Finalmente, los turcos conquistaron el califato en 1055, aunque los reyes abasíes se mantuvieron bajo dominio turco hasta la toma de Bagdad por los mongoles, en 1258.

6.3 La organización de las tierras conquistadas 
El gobierno del imperio estaba en mano del califa. Este era considerado "la sombra de Dios sobre la tierra", por lo que concentraba el poder religioso y político. Como jefe religioso, presidia la oración comunitaria de los viernes; y como jefe político, gobernaba, administraba justicia y dirigía el ejército. El califa se ayudaba del visir o primer ministro, que dirigía a los demás funcionarios de la administración.
La administración del imperio se organizó en provincias o koras, al mando de las cuales se situaba un gobernador, emir o valí. Otros cargos de la administración califal fueron el superintendente financiero; y el cadí, que administraba justicia. Los habitantes de las provincias pagaban dos tipos de impuestos: uno por la cantidad de tierras que poseían y otro personal. Este último cesaba cuando se convertían al islam.

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